jueves, 16 de octubre de 2008

¿Espectadores o colaboradores?

Me encantan los deportes. Si compartes mi sentir, puedes identificarte con el estar viendo un juego e imaginarte cómo sería ser uno de ellos(as). Tener tu uniforme, tu número favorito y, muy importante, que se escuche en todo el estadio el eco de tu nombre. Sentimos que tendría tanto valor ser parte de un equipo así, tener algo que contribuir a su éxito. Pero, de repente, te encuentras frente al televisor y tu hermano te está pasando la mano frente a tu cara, para sacarte del viaje en el que te encuentras. Bienvenido de vuelta a la realidad.

Hablando de viajes, ¿qué tal si viajamos 2000 años atrás? De los muchos milagros que relatan los evangelios, el milagro de la alimentación de los 5000 es una de los más conocidos. Generalmente hablamos del milagro de la provisión milagrosa que hizo Jesús para todas aquellas personas. Pero además de eso, hay algo en los detalles de cómo ocurrió que me llama la atención.


Nos narra el autor bíblico que Jesús se retiró a un lugar solitario, pero allí llegaron las multitudes. Acto seguido, Jesús estaba sanando a los enfermos. Al atardecer, los discípulos le aconsejan a Jesús (Mateo 14:15): “Ya es tarde y este es un lugar solitario. Despide la gente, para que vayan a las aldeas y se compren comida.” Los discípulos tenían razón. Nos dice el texto que se hacía tarde, era obvio que estaba llegando la hora de cenar. Además, nos dice también que era un lugar solitario. Después de todo, Jesús se dirigía a este lugar para estar solo.


El les responde (verso 16): “No es necesario que se vayan; denles ustedes de comer.” Muy bien, repasemos. 5000 personas, sin contar mujeres ni niños. Podríamos especular cuanta gente era en total, pero en realidad no es necesario, con 5000 es suficiente para saber que era mucha gente. Y Jesús les dice “denles de comer”. Ahora, lo que me llamó la atención a mí es ¿Por qué Jesús les dijo esto a los discípulos? Es decir, si Jesús sabía lo que iba a hacer, ¿por qué les dice a ellos que alimenten a la gente? ¿Por qué no hacerlo él y ya? Dejemos la pregunta en el aire por un momento. Los discípulos le hacen a Jesús el informe de provisiones (verso17): “No tenemos aquí más que cinco panes y dos pescados.” En la versión de Juan, Andrés le dice a Jesús: ¿Qué es esto para tanta gente? El problema era obvio, mucha gente y poca comida. Pero Jesús les dice: “Tráiganmelos acá.” Esa frase deja saber que algo va a pasar. Entonces nos dice el relato, en el verso 19, que Jesús “mandó a la multitud que se sentara sobre la hierba. Luego tomó en sus manos los cinco panes y los dos pescados y, mirando al cielo, pronunció la bendición”. En otras palabras, dio gracias, bendijo los alimentos. “y partió los panes, los dio a los discípulos y ellos los repartieron entre la gente.”(énfasis añadido)


Ahora, creo que hay algo en esta historia que Jesús quiso enseñarles a sus discípulos y a nosotros. Retomemos la pregunta que dejamos en el aire. ¿Por qué Jesús, si sabía lo que iba a hacer, les dijo a los discípulos que les dieran ellos de comer a toda esa gente? Creo que es por la misma razón que luego de partir el pan y los pescados, se los dio a los discípulos para que ellos lo repartieran a la gente. Es que Dios quiere involucrarnos en su obra. Jesús pudo haber hecho el milagro él solo, y alimentarlos a todos, pero los discípulos hubiesen sido meros espectadores de su obra. Jesús no quería eso, el quería que fueran colaboradores. ¡Qué privilegio! Ellos serían parte del milagro, colaboradores en lugar de espectadores. Dios quiere recordarnos hoy que él quiere involucrarnos en su obra.


Lamentablemente, cuando se trata de la iglesia, muchas veces nos conformamos con quedarnos en las gradas celebrando los triunfos y llorando los fracasos. ¿Recuerdas el sueño del que hablamos al comienzo? Esta vez sí tenemos la oportunidad de ser parte del equipo. La iglesia es el equipo que Dios está utilizando para impactar el mundo. Si asistes a una iglesia, involúcrate en lo que están haciendo. Si no asistes a ninguna iglesia, te invito a que lo hagas. La iglesia no es perfecta, pero los discípulos tampoco lo eran. Dios ha decidido hacer su obra en el mundo a través de gente imperfecta. No te conformes con ser un mero espectador o con solamente beneficiarte del milagro – como los que comieron hasta llenarse. Sé un colaborador, sé parte del milagro. Tu vida jamás será la misma.


Fuente: 180magazine

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