martes, 21 de octubre de 2008

¿Está mal bailar?

¿Está mal que te expreses con tu cuerpo? Por lo que podemos ver en la Biblia, Dios no parece tener problema con eso... todo lo contrario, parece promoverlo.

Por empezar, quiero decirte que no me gusta bailar. Gracias a Dios, tengo varios amigos que comparten mis gustos. Cuando llega el momento del dancing, en los casamientos y cumpleaños, siempre nos acompañamos en algo que nos divierte mucho más que bailar: charlar. Quizás puedas compartir mi posición o quizás no. Es probable que te parezca un aburrido por preferir charlar a bailar... pero realmente no lo considero así. Me creo un tipo muy divertido. Simplemente no me gusta, como a otros no les agrada practicar deportes, la vida al aire libre o leer... y no por eso se los puede considerar aburridos.

Digo esto por una razón que considero importante. Nada de lo que diga, al responder esta pregunta, será para justificar mis apasionados deseos de bailar. Prometo que tampoco será por mi falta de aprecio por el baile. Deja que mi cuerpo te diga algo.

Hemos sido creados de una manera maravillosa. Con nuestros ojos apreciamos colores y contornos, con los oídos los sonidos más variados, con nuestro tacto disfrutamos de las más diversas texturas, con el olfato percibimos distintos aromas y con nuestra lengua saboreamos. Todos estos sentidos nos sirven para disfrutar la vida, pero no solo eso... además están ahí para enriquecer nuestra comunicación con la naturaleza y con los demás. Pero la cosa no termina en nuestros sentidos o palabras. Todo nuestro cuerpo habla.


Millones de gestos pueden comunicar incontables cosas, sin que siquiera abramos la boca. Con un gesto podemos ofender a alguien, hacerle una invitación, halagarlo, insinuarle, u otras cosas. La danza ha sido desde siempre una forma de expresarnos con todo nuestro cuerpo. En la mayoría de las culturas, los bailes tradicionales dicen cosas tan claras, que uno podría leer los movimientos como quien se introduce en una carta o en un libro.


Una invitación de Dios


Pregunto yo: ¿Está mal comunicarnos? ¿Nos hemos preguntado si es errado hacer uso de nuestros sentidos? ¿Alguien consideraría como pecado el simple hecho de hablar? Considero que nadie tendría temor de afirmar que la comunicación, que el habla, son cosas necesarias para la vida humana y seria torpe censurarlas. La cuestión no es si hablamos o no, si nos comunicamos o dejamos de hacerlo. El tema a tratar será siempre que es lo que decimos al hablar, que es lo que transmitimos a la hora de comunicarnos.

¿Está mal que te expreses con tu cuerpo? Por lo que podemos ver en la Biblia, Dios no parece tener problema con eso... todo lo contrario, parece promoverlo.

Que alaben su nombre con danzas... Salmo 149. 3


Alábenlo con panderos y danzas,... Salmo 150. 4


...oh virginal Israel. Te edificaré de nuevo; ¡si serás reedificada! De nuevo tomarás panderetas y saldrás a bailar con alegría. Jeremías 31. 4

Convertiste mi lamento en danza; me quitaste la ropa de luto y me vestiste de fiesta,... Salmo 30. 11


¿Qué tal, eh? Dios invitando a la fiesta y al baile. No lo digo yo... (insisto, en lo personal, no me apenaría que Dios censurara la danza...) pero debo admitir que la Biblia es bastante clara. El baile es una forma de comunicación corporal que definitivamente Dios aprueba. La pregunta no es si está mal bailar. Permíteme que la cambie por otra: ¿Que es lo que queremos decir cuando usamos esta maravillosa forma de comunicarnos?


Presta atención a lo que dices

En mi hermoso grupo de amigos he visto lo que ellos quieren decir cuando bailan: "Estamos contentos, compartimos la felicidad de ser amigos, la música es un regalo de Dios y eso nos hace bailar". Me encanta ver a aquellos que llenos de gozo proclaman con su cuerpo: "Dios, eres maravilloso, te amamos, no nos alcanzan las palabras para expresar nuestra gratitud, buscamos demostrar nuestra alabanza incluyendo también nuestro cuerpo, tómalo como una ofrenda de amor" ¿Qué hay de pecaminoso en esta maravillosa comunicación a través del cuerpo? Absolutamente nada.


Lo realmente penoso es cuando nuestro cuerpo quiere expresar algo completamente diferente, y que quizás no nos animamos a decir con nuestra boca. Cosas que resultan más fácil decir en determinados ambientes: "Nada tiene sentido para mi, por eso me emborracho e invierto largas horas de mi vida moviendo mi cuerpo hasta el agotamiento". "Nadie me presta atención, por eso practicaré los movimientos más llamativos... alguien se enterará que estoy aquí". "Mira como me muevo... ¿No me veo sexy? Deséame, ven a buscarme, intenta tocarme... luego veré hasta donde te permito llegar...

"
Si lo que dices te desmerece como persona, te expone en una vidriera como si fueras un producto cualquiera, si es una invitación a usar al otro o a divertirse a sus costillas... lo que está mal no es el baile, eres tu. Entrar en esa rueda tan triste no hace más que agravar tu problema.

La danza del Constructor

Carlos Mraida, en su libro ¿Bailamos?, nos anima a no mirar tanto si el hecho de bailar esta mal o no en si. Deseo recomendarte que leas ese material. Él nos invita a ver que nos produce y que producimos al danzar. El interrogante frente a Dios no es: ¿Está mal hacer tal o cual cosa?. Jesús nunca respondió de manera directa a una pregunta de este tipo.

La cuestión es si bailar o lo que sea, va a producir o no cosas positivas y edificantes en nuestro interior; si vamos o no a ser constructivos para la vida de otros. Si la respuesta es no, te harás mal a ti mismo y quizás a otros también. Tu Señor jamás aprobará algo así. Si la respuesta es si, entonces es muy probable que... si prestas atención... puedas ver a Dios con una inmensa sonrisa danzando a tu lado. El deseo del corazón de Jesús es verte crecer sano y fuerte, él quiere que seas edificado como persona, anhela que lo ayudes a construir en otros. Procura que todos tus movimientos sean en esa dirección... y súmate a la danza del Constructor.

Fuente: porsugracia

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