“1000 peinados para verte más sexy.” “Cómo perder 80 libras en 2 días.” “Cómo obtener el cuerpo perfecto durante el verano.” “18 Maneras de vestirte para que te hagan caso.” ¿Les suena esto conocido? Hoy en día, por todas partes, se nos bombardea constantemente – sobre todo a nosotras las chicas – con el asunto de la importancia de la apariencia. No es que esté mal querer verse bien, pero ¿es esto lo más importante? Muchas veces en revistas y anuncios se nos da a entender que si no nos vemos de cierta manera no vamos a lograr nada en la vida. Para ellos no importa si tu corazón está hecho pedazos – siempre y cuando tengas los mahones adecuados para tu figura o el tono de sombra correcto para la temporada. El problema con esto es que, no sólo nos crea la ansiedad y la presión de lucir de cierta manera, sino que nos lleva a estar más pendientes a lo que otros ven y piensan de nosotros que lo que Dios mismo pueda pensar al vernos. Para completar, terminamos también juzgando a los demás por su apariencia. ¡Es como un círculo vicioso! Menos mal que tenemos un manual mucho mejor que cualquier revista que nos ayuda a ver las cosas como son. En la Biblia, Dios nos deja saber una y otra vez que, aunque debemos cuidar nuestros cuerpos, lo más importante es el corazón. Si hubiese dependido de las apariencias, David nunca hubiera sido rey. Si hubiese dependido de la opinión de los demás, Pablo nunca hubiese escrito sus cartas, ni predicado el evangelio. Proverbios 4:23 dice: “Sobre toda cosa que guardes, guarda tu corazón, porque de él mana la vida.” ¡Perfecto! Ahora bien, ¿cómo podemos guardar nuestro corazón? Hay varias maneras, entre las cuales está la oración. No hay atajos ni desvíos. La oración es de las mejores maneras de guardar nuestros corazones. Pídele al Espíritu Santo que te ayude a ver más allá de lo que puedes ver a simple vista. Otra manera de guardar nuestro corazón es leyendo la Biblia. En 1 de Timoteo 2:9-10 Pablo le da instrucciones a Timoteo de cuál debe ser la conducta de las mujeres. Habla de que se vistan con modestia y que no tengan peinados ni prendas ostentosas. No creo que esto signifique que debemos andar con una sábana, cubiertas de pies a cabeza. Ni tampoco que no pongamos algo de esfuerzo en vernos bien. ¡Es divertido ir al salón de belleza para que te hagan una manicura y/o pedicura! Lo que Pablo quiere decir – entre otras cosas – es que tengamos cuidado de que nuestra apariencia no se convierta en lo más importante, sino que nos ocupemos primeramente en hacer lo correcto – lo que agrada a Dios.
Fuente: 180magazine


0 comentarios:
Publicar un comentario