viernes, 14 de noviembre de 2008

¡Desconectate! Te hará bien...

No contestes los correos tan rápido, deja a un lado el celular, separa tiempo para la familia... Sólo así se vive en bienestar.

El rápido avance de la tecnología, la informática, el acortamiento del tiempo y la distancia en las comunicaciones, el contacto casi permanente con las máquinas, entre muchas otras características de los estilos de vida del siglo 21, han dando paso a nuevos hábitos y tareas, que si se salen de control pueden convertirse en compulsiones, obsesiones o hasta adicciones.

Aunque cada uno de estos términos tiene una definición diferente, pueden interrelacionarse.

Compulsión es la inclinación, pasión vehemente y contumaz por algo o alguien. Mientras, la obsesión es una perturbación anímica producida por una idea fija, que asalta la mente con persistencia. Finalmente, la adicción es el hábito desmedido o incontrolable de usar o ingerir algo, como por ejemplo una droga, una sustancia, un producto o una cosa.

Profesionales de la conducta consultados lograron identificar algunas de las compulsiones, obsesiones o adicciones que resultan características de estos tiempos.

El psiquiatra Arnaldo Cruz Igartúa, de Alternativas Clinics, en Río Piedras, destaca la adicción al trabajo y a la tecnología. “Una de las adicciones más comunes en esta época es al trabajo… todas son viejas y de todos las épocas. Las nuevas tienen que ver con la tecnología como los juegos de computadora y los videos o internet, celulares y el chateo”, indica.

Por su parte, el psicólogo Christopher Sletten, de Mayo Clinic en Jacksonville, Florida, apunta sobre el sentido de urgencia y la comunicación excesiva.

“El principal elemento de los estresores de hoy en día es la percepción de urgencia. Nuestra sociedad está tan orientada a la comunicación y nos hemos hecho tan accesibles unos a otros que ha surgido esta idea de que cada pregunta (no importa cuán insignificante sea) necesita atención inmediata. Por ejemplo, el adulto promedio y muchos adolescentes tienen algún aparato de comunicación consigo 24 horas al día”, expone Sletten vía correo electrónico.

“Cualquier llamada, mensaje de texto, e-mail requiere a menos un poco de atención. Todos estos pequeños momentos de atención se van sumando en el curso del día. La atención constante a la tecnología y la comunicación también nos distrae de otras tareas que deberíamos estar haciendo. La distracción redunda ineficiencia y aumenta la ansiedad”, recalca. A su juicio, este contacto constante crea incluso tensión en las relaciones.

Es decir, que poco a poco y sutilmente, la afición puede tornarse en desmedida y convertirse en una adicción. Como señala el doctor Cruz Igartúa, las conductas compulsivas pueden ser síntoma de una adicción.

“Todo lo que de placer inmediato, fuerte, con poco esfuerzo o frustración (impersonal y sin compromiso) y que alimente la fantasía y la grandiosidad es por si adictivo en personas con problemas de control de impulsos, baja estima y adicciones”, agrega el médico.

Por eso, el que trabaja o juega compulsivamente se arriesga a irse enajenando de su familia y descuida de su salud poniendo como su prioridad el trabajo. De igual manera, el que es compulsivo a las computadoras podría hasta ser reconocido por otros en distintas partes del mundo, pero apenas compartecon su familia cercana e incumple con sus estudios o trabajo.

“El apostador compulsivo no apuesta sólo cuando gana sino también cuando pierde, porque lo que busca es la euforia que le producen las fantasías e ideas irracionales relacionadas a la conducta y no la conducta ni sus resultados reales en si”, ilustra.

“También es usual (la regla más que la excepción) que sufran de otras enfermedades siquiátricas concurrentes como abuso o dependencia de substancias, trastornos de ansiedad, depresión, bipolar o trastornos de personalidad”, alerta.

Cruz Igartúa agrega que los pacientes con ADHD (déficit de atención con o sin hiperactividad) también son propensos a conductas compulsivas, especialmente en cosas que le producen estímulos fuertes, poca frustración y mucha fantasía, como los juegos de computadoras.

Quienes caen presos de estos comportamientos suelen presentar gradualmente un deterioro de sus estilos de vida y de acuerdo con Cruz Igartúa es común ver que duermen de día y luego se amanecen en sus conductas compulsivas. “La mentira, la amnesia y la inconsistencia son comunes en estos pacientes con conductas compulsivas moderadas o severas”, agrega.

El tratamiento para esto es muy similar al de otras adicciones y usualmente requiere que la familia se involucre en un programa interdisciplinario con múltiples modalidades de terapias siquiátricas especializadas, con un mantenimiento a largo plazo para evitar reactivación de los síntomas.

Si el caso no es tan severo o si apenas comienza a manifestarse, entonces quizá las recomendaciones de Sletten sean suficiente: “Necesitamos tomar responsabilidad y reestablecer lazos en nuestra comunicación. No contestar tan rápido (llamadas, mensajes y correos electrónicos). Apagar el teléfono y la computadora por ciertas horas en el día (especialmente en las noches). Dile a tus amigos, colegas y familiares que no esperen respuestas instantáneas y que no es porque no te importe”.

“Finalmente –concluye- recuerda lo que es importante y obtén esas metas primero, ignora las distracciones y disfruta la paz que puede venir del tomar las cosas con más calma. No verifiques los titulares y las noticias tan a menudo. Establece un itinerario para revisar tus reportes financieros. El monitoreo minuto a minuto es extenuante, innecesario y no cambiará el resultado”.


Fuente: 180magazine

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