
Actualmente me hospedo durante la semana en el área de San Juan y visito con regularidad la tienda de café “Starbucks”. Siempre visito el lugar con varias amistades. Allí nos reunimos con la excusa de “estudiar en grupo”, pero la realidad es otra. Siempre terminamos hablando de recuerdos del pasado, cosas personales o problemas en nuestras vidas. Se forma una dinámica bien especial entre nosotros, de tal manera que compartimos consejos unos con otros, y (a mi entender) nuestra relación de amistad es fortalecida cada vez más. Y esto gracias a esos agradables momentos en los cuales tenemos una taza de café en nuestras manos.
¿A qué quiero llegar? Bueno, cuando uno invita a una persona a tomar una taza café es porque nos ha nacido el deseo de compartir, conocer y revelarle cosas a esa persona. O sea, se desarrolla una relación, una comunión, una unión, que en el lenguaje bíblico se conoce como "koinonia". En Apocalipsis 3:20 dice: "He aquí yo estoy a la puerta y llamo, si alguno oyere mi voz y abriere, yo entraré en él y cenaré con él y el conmigo". Desde el principio, la intención de Dios a través de Jesús ha sido restaurar esa comunión, unión y relación (esa "koinonia"), que una vez fue afectada por la caída del hombre. ¡Esto es lo que yo llamo, una relación cara a cara!
En varias ocasiones me siento al borde de mi ventana, que se encuentra en un segundo piso, con una taza de café en las manos y las piernas “guindando” hacia afuera (créame, ¡me veo muy gracioso en esa pose!). Son estos los momentos en donde invito a mi Jesús a tomar una taza de café conmigo. Son los momentos donde aprovecho para revelarle los secretos de mi corazón, expresarle mis preocupaciones y escuchar lo que Dios desea decirme. La Palabra dice que somos llamados a tener una comunión con Jesús (1ra Corintios 1:9) y, más aun, dice en Salmos 25:14 que “la comunión íntima es para aquellos que le temen y a ellos revelará su pacto”. ¡Esto es maravilloso! Él revelará su propósito y su voluntad para conmigo (y para contigo), pero solo en esa comunión, en ese momento en que lo invitas a tu intimidad, a “tomar una taza de café”.
Te invito a que te sientes y compartas los sueños y anhelos de tu corazón con Jesús. Es ahí cuando Él revelará su propósito para contigo, pondrá en orden los pensamientos de tu corazón y las prioridades de tu vida. Cuando experimentes esto de seguro podrás decir conmigo: ¡Jesús, una taza de Café y yo!
Fuente: 180magazine
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