Pero no está solo todo el tiempo. Cada noviembre y diciembre, los puerco espines se acercan lo suficiente los unos a los otros como para reproducir. Durante ese tiempo optan por relajar sus púas y luego regresan a sus cuerpos espinosos.
Casi en todas lugar hay uno que otro puerco espín con afiladas púas de crítica, sarcasmo o arrogancia. Tendemos a evitarlos, pero Dios nos coloca para que tengamos comunión. Nos manda a amarnos unos a otros, incluyendo a los que son tipo puerco espín. Y si somos honestos, tendremos que admitir que nosotros también tenemos púas.
Juan escribió: “El que ama a Dios, ame también a su hermano” (1 Juan 4:21). Para hacer esto tenemos que pedir a Dios que nos ayude a “relajar nuestras púas”, incluso cuando otras personas sean espinosas. El Espíritu Santo nos ayudará a dejar de ser tan defensivos, críticos o controladores, y nos capacitará para amar a nuestros hermanos cristianos. Es la manera en que le mostramos al mundo que amamos a Dios (Juan 13:35).
Fuente: porsugracia
0 comentarios:
Publicar un comentario