jueves, 21 de agosto de 2008

¿Cómo sabemos que estamos lejos de Dios?

El estar lejos de Dios es imposible. El estar fuera de lo que Él desea para nuestras vidas, son otros veinte pesos. Lo que le llamamos libre albedrío es sencillamente el tener la libertad de tomar nuestras propias decisiones. Dios tiene una voluntad perfecta para cada uno de nosotros. El estar lejos de Él consta de que no estás bajo SU voluntad.

¿Te has sentido así? Yo si. La realidad es que el sentirse de esta manera no es muy placentero que digamos. A veces nos encontramos en situaciones en las cuales tomamos decisiones que sabemos que no son las correctas. Sin embargo, el hecho de que nos demos cuenta de que están mal significa que podemos corregir nuestros errores. Es entonces, cuando podemos corregir los errores, es que nos damos cuenta de que Dios siempre estuvo cerca y, al corregir tus faltas, te acercas aún más a Dios. ¿Cómo? El saber que lo que estás haciendo no es lo que quieres hacer, es lo que dijo nuestro gran amigo – el apóstol Pablo: "No entiendo lo que me pasa, pues no hago lo que quiero, sino lo que aborrezco. Ahora bien, si hago lo que no quiero, estoy de acuerdo en que la ley es buena; pero, en ese caso, ya no soy yo quien lo lleva a cabo sino el pecado que habita en mí. Yo sé que en mí, es decir, en mi naturaleza pecaminosa, nada bueno habita. Aunque deseo hacer lo bueno, no soy capaz de hacerlo. De hecho, no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero. Y si hago lo que no quiero, ya no soy yo quien lo hace sino el pecado que habita en mí. Así que descubro esta ley: que cuando quiero hacer el bien, me acompaña el mal. Porque en lo íntimo de mi ser me deleito en la ley de Dios; pero me doy cuenta de que en los miembros de mi cuerpo hay otra ley, que es la ley del pecado.

"Esta ley lucha contra la ley de mi mente, y me tiene cautivo". (Romanos 7:15–22, NVI)

¿Alguna vez te haz quedado en casa de un amigo/a a dormir? ¿Te ha pasado que te levantas de madrugada y todo está oscuro? No te quieres mover de la cama porque no sabes hacia dónde vas. Como no conoces el cuarto, es probable que no sepas dónde queda la salida y no sepas qué obstáculos pueden haber. No sabes cual es el camino correcto porque no sabes cuál es el incorrecto. ¡Que bueno cuando hay una bombillita prendida en el cuarto o cuando una luz del pasillo marca la puerta! Así es nuestra vida. Estábamos en tinieblas hasta que Dios brilló Su luz para enseñarnos qué camino tomar. Por lo tanto, cuando uno está en Dios y uno peca, Dios ilumina nuestro entendimiento a través del Espíritu Santo para poder encontrar la salida. El tener la oportunidad de darnos cuenta de el error es una oportunidad que no tienen muchos excepto lo que están cerca del Maestro. Estás madurando espiritualmente y estas siendo moldeado. Estábamos en oscuridad mas ahora encontramos la luz. Antes, como no sabíamos qué era la luz, estábamos cómodos en la oscuridad. Sin embargo, como ahora conocemos la luz, sabemos qué es la oscuridad. Este conocimiento de la luz y oscuridad, ¿lo podrá proveer hacer yoga? ¡Claro que no! Dios puso este conocimiento en nosotros a través del Espíritu Santo. Dios nos lo regaló – ¡sólo tuviste que confiar en Él! No es como hacer dieta, que se necesita fuerza de voluntad. Es confiar en Dios y que Él tiene control de todo. Confiar en Dios es algo esencial para sobrellevar tus situaciones y echar hacia delante tu vida. No le demos sólo una parte de lo que somos – entreguémosle las llaves y permitamos que Él sea nuestro chofer.

Realmente nunca podrás estar fuera de Él. Él te ama demasiado para dejarte perder. El alejarnos de su voluntad depende de nosotros. Pero es como regresar a la casa de tu padre: las puertas siempre estarán abiertas. Así mismo los brazos del Señor siempre están abiertos – para ti, para mi y para todos.

Dale las llaves y entrégale tu carro porque Él tiene el "G.P.S." perfecto: Su voluntad.

Fuente: 180 magazine

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